- “Deducimos que estamos en puerta de una revolución tecnológica sin precedentes”.
Hace un par de semanas, la revista inglesa The Economist escribió acerca de la inteligencia artificial. De ahí, deducimos que estamos en puerta de una revolución tecnológica sin precedentes.
Antes, la automatización de actividades solamente podía realizarse para tareas repetitivas, que no implicaran decisiones. Hoy, hay avances que permiten a un programa de software aprender sobre el mejor conocimiento disponible alrededor de un tema.
Por ejemplo, IBM a través de su computadora cognitiva llamada Watson, creó un abogado virtual de nombre Ross. La firma legal Baker y Hostetler ha contratado a Ross para manejar su práctica de bancarrota, que actualmente emplea a 50 abogados, de acuerdo con información del portal futurism.com. Pero si estos autómatas que aprenden profunda y rápidamente entrenan sobre conjuntos de datos o de creencias erradas, el resultado es aterrador.
El periódico londinense The Telegraph reportó en marzo que Microsoft tuvo que retirar de Twitter a un robot adolescente llamado Tay, quien en sólo 24 horas comenzó a hacer comentarios xenófobos, sexistas y factual y políticamente incorrectos.
La idea era que la gente que interactuara con Tay por medio de Twitter la entrenara; sin embargo, simplemente llenaron la joven mente artificial con todos sus prejuicios.
Por su parte, en enero de 2015, Stephen Hawking, Elon Musk y otros expertos en el tema realizaron una carta abierta en la que advierten sobre los riesgos de estas tecnologías.
Es posible que la inteligencia artificial cree fenómenos que no puedan controlarse, incluso, representar un riesgo de extinción para la especie. La tentación es grande.
Un robot podría ser una gran adición para el equipo de una casa de bolsa. Al final, ese casabolsero robótico no tiene vicios ni amantes, no comete fraudes, no se aterroriza ante pánicos financieros, trabaja las 24 horas, y no hay que pagarle bonos supermillonarios, ni su seguro social o de vida.
Cuando el robot puede modificarse a sí mismo, las implicaciones son distintas.
¿Qué tal que decide que sí quiere dinero para sí mismo? ¿Qué tal que crea un caos en el mercado de valores? Ya hemos estado cerca.
Recientemente, hay una gran cantidad de intermediarios en las Bolsas de Estados Unidos que operan en el mercado a través de tecnologías de inteligencia artificial conocidas como quant trading.
Las transacciones de compraventa de valores se hacen en milisegundos y pueden otorgar a quienes dominan estas tecnologías utilidades verdaderamente millonarias. Por momentos hay picos y burbujas de irracionalidad en los mercados bursátiles que duran apenas unos segundos: son estos robots haciendo su trabajo.
Muy rápidamente estos autómatas manejarán nuestros autos, finanzas y vidas. Ya están en nuevos programas de software sugiriendo cambios de redacción y hasta de sentido en las cosas que escribimos. Los efectos redistributivos pueden ser enormes: el que pueda programar un ejército de robots inteligentes trabajando para su empresa, tiene una ventaja enorme sobre quien no puede.
Vale la pena que dominemos y entendamos estas tecnologías, y que tengamos a la mano el switch de apagado, en caso de que algo salga mal. Ojalá ellos no se den cuenta y nos desactiven el acceso a ese botón.