Hace poco me di cuenta de que invertí el dinero de mi familia en un proyecto que no me dará nada a cambio y que, cuando mucho, será desenmascarado en unos años. ¿Mi error? Además de haber caído en esta estafa, haber confundido el potencial de Bitcoin con un esquema piramidal que prolifera en varios países gracias a la fama que ha ganado esta moneda en los últimos meses.
Originalmente había sido muy escéptico, pero donde vivo es preferible vender productos de nutrición o belleza de manera informal que trabajar como un asalariado, así que una oportunidad de salvarnos de la crisis a mí y a mi familia sin esfuerzo fue demasiado tentadora. En todo caso, no culpo a nadie, mi estupidez fue la que me trajo aquí. Decidí confiar en extraños que me sedujeron con promesas y metas difusas. Un Mapa de Ruta altisonante pero muy convincente en el que, al cabo de unos meses, podría triplicar lo invertido. “All-in”, pensé de inmediato, recordando las historias de gran riqueza de los primeros inversionistas de Bitcoin. “Este es el nuevo Bitcoin, mi buen amigo”, me dijeron y yo creí,