Los últimos meses han sido duros para Tesla y Elon Musk. Después de los problemas para poder alcanzar la producción anunciada y esperada del Model 3, de querer sacar la compañía de la cotización bursátil y de diversas polémicas en Twitter por sus palabras o gustos a la hora de fumar, Elon Musk puede ver su fe en la humanidad restaurada.
El CEO de Tesla reconoce que ahora no dan abasto para poder entregar los coches fabricados. Por suerte, los que ya conducen un Tesla se han ofrecido para ayudarle desinteresadamente en los procesos de entrega de los coches a nuevos clientes.
Los problemas logísticos de Tesla se descubrieron cuando Megan Gale se dio cuenta que había 42 Tesla en una campa de los ferrocarriles en su ciudad. Uno de esos coches era el suyo e incomprensiblemente la marca le retrasaba continuamente la entrega del coche. Elon Musk, que utiliza Twitter para casi todo pidió disculpas a la mujer y confesó los problemas logísticos de la empresa.
Poco después, decenas de fans de la marca se ofrecieron para participar en las entregas y guiar los nuevos clientes en el funcionamiento de su nuevo coche. Sencillamente inaudito. No me imagino a un fan del Mustang o de Ferrari hacer lo mismo con el fabricante de su coche. Algo que muchos usuarios no dudaron en recalcar, como Ryan Felton: “es increíble que una compañía valorada en 50.000 millones de dólares dependa de voluntarios para resolver sus problemas”.
“Lo increíble es que haya clientes tan entusiasmados con un producto que se ofrezcan voluntarios para beneficiar a la corporación”, le contestó Teslectrics. Y realmente es lo destacable de todo el asunto. La imagen de marca de la compañía es tan fuerte que si le ocurre lo mismo a cualquier otro fabricante nadie levantaría un dedo por él. Incluso se mofarían de sus problemas añadiendo un estereotipo sobre su origen (italiano, alemán, francés, etc) a modo de coletilla para hacer más sangre. Pero no en el caso de Tesla.